«Míralo: está lleno de las últimas lluvias, Platero. No tiene eco, ni se ve, allá en su fondo, como cuando está bajo, el mirador con sol, joya policroma tras los cristales amarillos y azules de la montera»

– El Aljibe, Platero y yo.  Juan Ramón Jiménez

 

Mi primer contacto con el arte

Este fue mi primer contacto con el arte. De niña, en el colegio, nos mandaron a leer Platero y yo, de Juan Ramón Jiménez, y ese mismo año nos llevaron de excursión a la que fue su casa, hoy día convertida en museo.

Las sensaciones que tuve una vez allí fueron maravillosas. Fue una especie de sueño hecho realidad. Justo acababa de leer Platero y yo, así que cada detalle del libro estaba vivo en mi cabeza. Poder ver y comprobar en persona que todo lo que Juan Ramón Jiménez había plasmado en aquel libro era real, existía de verdad, fue mágico.

Yo tenía unos 12 años y la visita a aquel museo sembró en mí la semilla del amor por el arte. Fue entonces cuando comprendí que el arte era algo tangible e intangible a la vez. Que era no solo una manera de crear cosas maravillosas de la nada, sino también un sentimiento, una emoción difícil de explicar, algo que recorre tu cuerpo cuando conectas con él, que hace que tu corazón rebose de amor, de emoción, de felicidad, que hace que despiertes al momento presente y seas consciente del milagro de la vida.

Esas sensaciones fueron fugaces en aquel momento. Fui incapaz de expresar con palabras lo que sentí, pero con el paso de los años quedaron latentes dentro de mí, esperando que algo las despertara de nuevo.

Pintando muebles a mano

Cuando cumplí 21 años, creo que esa semilla que había sembrada en mi corazón me guió hasta acabar trabajando en una tienda de manualidades. Trabajaba allí por las mañanas y por las tardes me iba a otra tienda que tenía mi jefa, en la que me dedicaba a pintar muebles a mano.

Nunca antes había hecho nada parecido. Para mí fue una sorpresa y algo maravilloso, ver que algo que no había hecho nunca se me daba tan bien. Era como si formara parte de mí, como si hubiese nacido con ello y fuera algo a lo que yo estaba predestinada.

No fue mucho tiempo el que estuve pintando muebles, pero si fue suficiente para darme cuenta de que aquello me gustaba, me hacía sentir bien y lo disfrutaba mucho.

En los años siguientes, esa ilusión por la pintura se mantuvo ahí, siempre presente en mis pensamientos. Aunque en algún momento y sin saber muy bien por qué, lo dejé de lado, esa llama que sentía volvió a atenuarse y se mantuvo latente a la espera de que algo tirase de ella y despertara de nuevo.

Finalmente algo hizo "clic" y la semilla empezó a crecer y se hizo grande

El verdadero despertar de esa semilla que empezó a germinar dentro de mí, sucedió mucho tiempo después. Estaba trabajando en una tienda de bolsos y allí conocí a una compañera que pintaba cuadros, había estudiado bellas artes en Venezuela y, a pesar de sus limitaciones físicas (no veía por uno de sus ojos) hacía cosas maravillosas.

Ella fue mi gran inspiración, mi corazón vibraba cada vez que veía alguna de sus obras y yo dentro de mí sentía que aquello era lo que yo quería hacer desde hacía mucho tiempo. Conocerla me dio el impulso que necesitaba para decidir que quería intentarlo. Quería pintar. Quería crear. Quería dar rienda suelta a todas las cosas bonitas que yo llevaba dentro.

Y empecé a pintar sobre lienzo

He de decir que fui un poco autodidacta. Navegué por internet, me empapé de tutoriales de otros artistas, seguí sus pautas y consejos… e impulsada por aquella pasión que me acompañaba en todo momento, decidí comprarme mi primer lienzo, mis primeros pinceles y mis primeras pinturas. El resultado, tras un mes de trabajo, fue un cuadro al que di forma sin saber cómo. Cada trazo fue fruto de la improvisación. No fue mi mente sino mis manos las que decidieron qué hacer en cada momento.

Lo he llamado «Jirafa Multicolor» y le tengo un cariño especial por ser el primero. Amo su colorido y amo lo que me transmite. Puedo mirarlo durante largos ratos sin cansarme de él. Tras ese maravilloso cuadro han venido otros y sé que vendrán muchos más.

Amo pintar, amo el color y amo las sensaciones que me despierta. Cada cuadro que pinto es como un sol que aparece en mi vida, dejando a un lado esos momentos grises que todos tenemos alguna vez, llenándolo todo de luz y de color. Mi casa está repleta de buenas y bonitas sensaciones.

Te invito a que visites mi tienda, que te dejes contagiar por la alegría del color y si algo se despierta en tí y quieres adquirir uno de mis cuadros no dudes en ponerte en contacto conmigo. Permíteme hacer de tu hogar un lugar más bonito y feliz.

Estos son dos de mis cuadros, puedes visitar mi tienda haciendo clic en el enlace de abajo, iré subiendo más cuadros en las próximas semanas ¡Qué pases un bonito y feliz día!

Melanesia

Cuadros pintados a mano jirafa multicolor
Cuadros pintados a mano